top of page
Buscar
  • Foto del escritorzyanya osorio

Penélope

Actualizado: 12 ene

Diciembre 2022

Árboles.


Veo un árbol al fondo de la calle. Hay ramas que cuelgan como hilos color violeta, son las hojas; las flores, o tal vez unas arañas citadinas que intentan trepar en el aire al edificio de enfrente; después una cascada de hojas verdes en forma de corazón cuadrado. Las hojas hacen sombra contra el edificio en figuras de animales, es alguna nube llena de hoyos como el queso de las caricaturas. Los detalles se te escapan; un puesto de periódico y un encabezado y mi risa ahogada y ya estoy pisando el siguiente nivel de pavimento levantado a fuerza de ramas y años. "Deja salir a la loca de la casa, pequeña flanear de clóset, el ritmo está dentro de tu pecho, colándose en pequeñas cucharadas, diciendo" e insiste mi cabeza en este bendito Siglo de imágenes. "Adelante" un sonido que viene a lo lejos. El camión de redilas se escucha como un tren lejano, "Ahí lo tienes, sube".

Siglo de imágenes que todo lo embellecen: cuerpos, fotos, comida, casas; más cuerpos Siglo de cuerpos, y tú qué tienes pequeña doncella citadina, “Mi voz, sin madurar por cierto y sin el incendio necesario que se requiere para quemar” dice la tóxica de la casa. Más vale estar en sintonía que no estar, decir lo correcto y parecer mesurados. Bongs por todos lados, Siglo de bongs y el ha, blar, pau, sa, do. Me hace falta un shot de café y salir, volar como el flaneur, ahora en una mujer. La gran caminadora del país sub, de, sa, rro, lla, do, que vuela al desarrollo de textiles, gastronomía, tierra, felicidad. 

Comenzamos: primer paso y la voz "ahí está que, ri, da, no lo sueltes deja que avance, que salga, que invada los rincones y dimensiones del diafragma, heptagrama; árbol genealógico de constelación unicelular” 


La gran familia 

Siglo de libertades, en dónde se buscan las que quedan atadas a la tribu. Le temo a las nuevas tribus, la tribu somos todos “La Gran Familia Humana”. Y de golpe recuerdas, primera mujer con toga y birrete, a punto de estallarme la carcajada. Siglo de togas y birretes, de platillos, de parecer estatuas de sal mirando al cielo sin encontrar. Llega el recuerdo de mi abuela: fuerza para parir tres generaciones, pero la educación es importante, trece hijos y una enorme voz hablando en mexicano, Hortensia diciendo: "haces que sabes, y no sabes nada" haciendo manteles en punto de cruz o encargando los panes para sus funerales. Hortensia de ahí ese tic tac del pecho; las ganas de vivir vienen de las abuelas, con mandiles de flores o de cuadros que se levantan al alba y compran naranja por el mercado de la Merced, su cinco de la mañana caminando. Las primeras flaneurs de cinco de la mañana saliendo a buscar para seguir dándose, siempre darse. La eterna flaneur de manteles y de buenas frases; de risas potentes y por ahí un “Búscate un hombre ya chingao, y que para cuándo” con regalos de calzones de algodón o blusas tornasol. El tiempo no regresa princesa de cuento de hadas, moda también para el pensamiento, pero tengo un saco “Luis no sé qué” que compré por cincuenta pesos, porque está de moda lo mi li tar. Y la otra abuela “En mi época no nos podíamos deprimir, porque no sabíamos qué era eso” es que está de moda tal vez abuela, pero no lo digas, que es de mal gusto Facunda, las trenzas blancas colgando, y los colguijes de San Benito y cruces que suenan cuando entra en la cama y te dice “échame tus pies, hace frío niña”. Facunda y la cama caliente, cuerpo acolchado “ora niña, di: niño Jesús, que estas en el copón, pega un volidito, y vente a mi corazón” envolverme en una nube de vapor, la única nube de vapor, el corazón se acompasa en presente, uno, dos, tres, cuatro, se siente el nido; la comunidad entera envuelta en colchas con el cuerpo de la abuela inundando las arterias, los tendones, los músculos, los pulmones, el hígado. Sueños de niña jugando con ángeles que al despertar aparecen en la cara de Facunda. 


Realidad los panes de manteca y el café de olla en los funerales: fiestas para los niños; grandes acontecimientos, jugar llenos de tierra. Qué hay en esa caja que todos lloran y huele a cloroformo, todos lloran y consuelan una caja fría en la que he visto antes que en las fosas nasales, mi bisabuelo tenía algodones. Tran qui li dad de saber que dando la vuelta al patio, entrabas en la cocina llena de señoras con trenzas negrísimas y lustrosas. Señoras recias como tu abuela y con algún piquete en el café de risas y tazas, señoras riendo, ollas donde cabes de cuerpo entero, con olor a mole; a atoles a más café de pueblo. Tu abuela con las mejillas coloradas y que ya huele a mole y el arroz. “Ahora entiendes”; una caja, oraciones, olor a flores y canela, fe li ci dad. Los contrarios se encuentran. Te preguntas sin sentido, si no volverás a ver más las ollas, se han ido las tías, señoras grandes, regordetas que cargan con sus cazuelas de barro, llenas de fe li ci dad, y el fu ne ral y salir corriendo a la calle “ponte a repartir café que los dolientes no pueden servir” porque están ocupados en su dolor.  

Encontramos el mecanismo, enchufarlo. Se ha armado el puzzle. Ganar el dinero que te irá empujando de a poco, solo un poco más, un poco más. Y entonces, el pueblo con el funeral ahora sí, de la abuela, sin las ollas de mole. Sal de la casa de la abuela y ahora ve por… más café. La pluma se está desgastando, necesita recargarse. El su fri mien to es op cio nal. Y tú mi pequeña flaneur de closet, quién eres, a qué perteneces entre todas esas mujeres que te han enseñado cómo moverte, cómo hablar y decir, dime quién eres y dónde te escondes Fuensanta, dando todas las lágrimas del mar y regando pa la bras. Fuen san ta. 

Piensas en el miedo al otro, la pequeña gotera de nuestro siglo, ¡Pac pac, pac pac, pac pac! Necesito ser tu maestro para enseñarte y que puedas vivir, falta de fé con acento. Siglo de gurús. A prender, se prende a prendiendo nos, Silencio. Tomo mis bolsas con lista en mano: espinacas, huevo, latas de chipotles, plátano macho. Enfilar paso al metro, Flaneur de mercados donde se grita a voz en pecho, como bocanadas de nueva vida, "Werita qué le vamos a dar." 


Viento 


El viento forma una cascada de polvo de oro, el árbol se da al pavimento. Un hombre vestido de blanco pasa dando pequeñas palmadas y chasquidos con los dedos; quie ro ser tu ma es tro, quiero ser tu maestro. “aquí no hay maestros; hay entradas con alfombras, lo invito a que tome un cojín, póngase cómodo, le preparo un café. Ya vio las mascotas entonces, hay arañas danzarinas y peces voladores con tutú, tú, tú, tú. Tome galletas en la mesita que tiene frente a usted, adelante, comparta”  

La máquina, los segundos, metes la leche en la lanceta, zumbido sordo. Vamos a hacer lattes y a regalarlos por todas partes, la vida Fuensanta, es la vida que te da el tic tac del pecho. Me gusta que me encarguen veinte cafés y que me esperen viendo cómo caliento la leche. Entonces voy por avenida Reforma caminando, mis pasos y a lo lejos veo un pequeño puesto. Qué quería yo escribir cuando me quedé en este párrafo. Creo que quería hacer un análisis de las formas de las hojas de los árboles sobre el pavimento y siempre vienen a tu cabeza las caras, esas formas que te recuerdan a tantas y tantas. Estas disfrutando tu triple trabajo para así llegar a la meta, donde justo hoy alguien te dijo que podrías llegar, no entiendes la definición llegar, es como si en la insistencia de metas, existiera alguna donde el letrero al mismo tiempo tuviera un siga. Todos hablando de metas cuando a ti solo se te regalo el sonido del coche de los helados que pasaba por tu casa anunciando, ¡Te tienes que ir! fue ahí pequeña flanear donde te quebraste como fina taza china de porcelana, hecha en los almacenes de una fábrica del Estado de México, nos hemos saltado los tiempos, las vidas y las imágenes. Hoy sentiste el calor que quema yendo de camino al trabajo, nuevo trabajo y camino, Fuensanta de qué debes hacer, dicen que ser. El tren pasa por valles y caminos de verde vegetación, tal vez una casa vieja a las orillas y algunas nuevas citas a las metáforas ya de tantas más leídas, tan mencionadas y gastadas. Te vienen citando desde las estaciones anteriores e interiores y tú ni cuenta te has dado, es una especie de burla que sigue diciendo Yo Sé, sé, sé, con acento. Mientras tu nariz intenta asomarse desde el interior del tren, quiere como los perros de coche sacar la cabeza y sentir el aire en la punta, hasta dejarla fría para luego sobarla y seguir diciendo sé, aunque no se sepa ni para qué, como la palabra amor. Aparece ochocientas mil veces en la historia humana, pero no se sabe ni para qué, a mor, a mor, a mor, a mor… ahora parecemos vacas rumiantes de mil estómagos; mientras tanto comienza un intento de algo a lo lejos. Las personas hablando del sufrimiento humano Give peace a chance, es por las armas, después de una pandemia y pues se necesitan armas para que el tren siga circulando, fábricas de producción de armas para todos, hagamos explotar los corazones con el amor que nos queda en las fábricas a falta del propio. A mor, a mor, a mor ¡Pac, pac, pac, pac! La gotera eterna de las palabras sin sentido; que circule el dinero que nos faltaba. Yo pongo más dólares si se necesita, pero la tierra de las eternas nieves y los chalets no me la toquen, tampoco mi paraíso fiscal. Enfilamos al mercado: frutas, verduras, trae un poco de queso doble crema para los chiles, tomar bolsas, lista y cubrebocas. Flanear de closet siguiendo el camino de los mercados donde la gente te dice un real y verdadero SÍ con mayúsculas, aunque duela un poco. 

 

Acapulco  

Aún la noche adormilada, poco más de las cinco. Junto con ella los sonidos de las voces cruzan, van y vienen hasta mí. Por cuadro al fondo, la bahía y alguna mecida palmera, mis ojos apelmazados como nubes “baño de deportista” clásico y salir a los ruidos nocturnos de lagartijas y grillos. Me pongo los tenis, caminar. 

 

 

 

 

 

20 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Solo la idea que suelto

Te suelto como se sueltan las hojas del árbol, para bailar sobre las ramas y dormir en la tierra. Suelto la ola y dejo la espuma entre la arena, para alimentarla con sal que se evapore en nubes, que v

Café de olla

A mi abuela Hortensia Lunas, lonas carpas. ollas y comales, hablando mexicano, ¡Tric trac! carbón de los días de antes. Arroz con mole, manteca ¡Que pidan los panes de Tecomatlán! Escuchar la palabra

Los balcones

Los balcones son puertas volantes encandiladas del cielo donde se piden amores, Y besos. Canastas llenas de hojas bordadas macetas de aire, papalotes con prendas de arriates listones. Ventanas suspend

bottom of page